En esta crónica que data de principios de la década de 1950, escuchamos la voz del autor quien desde muy pequeño tuvo que emigrar de Tlaquepaque, México, hacia Estados Unidos, con la esperanza de que él y su familia pudiesen encontrar la prosperidad económica que tanto les rehuía en su ciudad natal. 

“Allá en Estados Unidos, la gente barre el dinero de las calles de tanta prosperidad”, era el canto de las sirenas que daban alas a muchos para emprender el viaje hacia lo desconocido, una travesía por demás arriesgada. 

A la postre, la familia de Francisco trabajaría en los campos del país del norte, bajo extenuantes condiciones en las que adultos, jóvenes y niños enfrentaban con la cara al sol, la lucha por salir adelante. Los campesinos, además, enfrentaban el estigma de poder ser deportados por la migra y ser así desposeídos de sus escasas.

El autor da cuenta en múltiples libros, de esta lucha por abrirse paso en una sociedad hostil, pese a la cual llegó poder completar sus estudios para llegar a convertirse en un renombrado académico.

Lectura un tanto desgarradora, pero que a la vez inyecta mucha inspiración.